Reseña de Paraíso

19/02/2010

Hay libros extraños libros, en los que la conjunción de las palabras, las imágenes y la propia historia, engendra un todo precioso cuya delicada belleza seríamos incapaces de predecir a partir de la consideración separada de cualquiera de sus partes. Son obras surgidas de un experimento arriesgado que culminan en un cuando menos, sorprendente resultado. Algo así ocurre con este título, cuya trama discurre, por boca de un niño, alrededor del siempre fascinante y siempre estremecedor tema de la muerte. Recordando el fallecimiento reciente del abuelo, la voz infantil nos conduce por un sugerente monólogo que mezcla los sentimientos de añoranza con las dudas trascendentales que sobrevienen al chico (¿existe el paraíso al que me dicen que se ha ido?; ¿cómo es?) y desembocan en una cuestión significativa, que parece buscar una vía de escape ante un final no del todo aceptado: ¿se puede renacer de otra forma? Reflexiones disfrazadas de ingenuidad que, sin embargo, proyectan inquietudes sin edad, para las que hasta los más escépticos querrían tener respuestas. Un ejercicio narrativo singular, hilado con fórmulas metafóricas que realimentan los textos a partir de la simbología gráfica más reconocible del entorno cotidiano, señales de tráfico y otros iconos similares, que en el contexto de la historia adquieren un significado particular para ilustrar ingeniosamente los pensamientos del niño. Una propuesta exigente, que demanda al lector una buena dosis de interpretación, y que deja un regusto dulce con su mensaje final, alusivo a la belleza de la vida. Una selección de lecturas de la Fundación Germán Sánchez Ruipérez señalan este libro en el apartado de: Ideales para regalar. Gibert anima al lector a buscar dobles lecturas en las imágenes que propone, ofreciendo un punto de vista sensible y original sobre el sentimiento de incertidumbre que despierta la muerte en el ser humano. Señales y símbolos cercanos a todos se aúnan para configurar una historia sugerente .

T.C. Bibliotecaria

(Educación y biblioteca nº174, noviembre-diciembre 2009)

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“Yo no le tengo miedo a nadie, perro feroz. Porque tengo un mensaje de una botella correo.”

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“—Poka… Pokita…, ¡me encantaría jugar al fútbol!”

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“—La noche es nuestra amiga, no hay por qué tenerle miedo.”

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“¡Auuuh auuuh, mis zorros pequeñines! ¡El chocolate caliente está servido!”

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“para salvar a la humanidad basta con mirar dónde se ponen los pies”

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“Hasta el día del bosque había pensado que siempre sería pequeña”

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“Quisiera tener…

La voz de la ballena que canta y es oída a un océano de distancia”.